Tipos de estrellas y su destino
¡Hola a todos!
Como ya he dicho en entradas anteriores, el destino final de una estrella depende de su tamaño o más bien dicho, de su masa.
Cuando la estrella ha fundido todo el hidrógeno de su interior, las reacciones nucleares cesan. Desprovisto de la producción de energía necesaria para mantenerse, el núcleo empieza a colapsarse y se hace mucho más caliente.
Las estrellas medias se vuelven una enana blanca, este destino sólo espera a aquellas estrellas cuya masa sea cómo máximo de aproximadamente 1.4 la de nuestro Sol.
Por encima de esa masa, la presión de los electrones no puede evitar que el núcleo se colapse. Si una enana blanca se forma en un sistema binario o múltiple, probablemente experimente una muerte como nova.
Si una enana blanca se encuentra lo suficientemente cerca de otra estrella compañera, su gravedad puede arrastrar materia – mayormente hidrógeno – de las capas más externas de esa estrella hacia ella misma, formándose una capa en su superficie. Cuando se ha acumulado el suficiente hidrógeno en la superficie, se produce un estallido de fusión nuclear, provocando que la enana blanca se ilumine considerablemente y expulse el resto del material. En unos días, el brillo se mantiene y el ciclo comienza de nuevo.
Las estrellas de la secuencia principal con masas superiores a las 8 solares, están destinadas a morir en una explosión titánica llamada supernova. Una supernova no es simplemente una nova más grande. En una nova, sólo explota la superficie de la estrella. En una supernova, el núcleo de la estrella se colapsa y entonces explota.
Si el núcleo estelar que colapsa en el centro de la estrella contiene entre 1.4 y 3 masas solares, el colapso continúa hasta que los electrones y protones se combinan formando neutrones, produciendo una estrella de neutrones.
Si el núcleo estelar colapsado es mayor que tres masas solares, colapsa completamente para formar un agujero negro: un objeto infinitamente denso cuya gravedad es tan fuerte que nada puede escapar de sus inmediatas proximidades, ni siquiera la luz.
Como ya he dicho en entradas anteriores, el destino final de una estrella depende de su tamaño o más bien dicho, de su masa.
Cuando la estrella ha fundido todo el hidrógeno de su interior, las reacciones nucleares cesan. Desprovisto de la producción de energía necesaria para mantenerse, el núcleo empieza a colapsarse y se hace mucho más caliente.
Las estrellas medias se vuelven una enana blanca, este destino sólo espera a aquellas estrellas cuya masa sea cómo máximo de aproximadamente 1.4 la de nuestro Sol.
Por encima de esa masa, la presión de los electrones no puede evitar que el núcleo se colapse. Si una enana blanca se forma en un sistema binario o múltiple, probablemente experimente una muerte como nova.
Si una enana blanca se encuentra lo suficientemente cerca de otra estrella compañera, su gravedad puede arrastrar materia – mayormente hidrógeno – de las capas más externas de esa estrella hacia ella misma, formándose una capa en su superficie. Cuando se ha acumulado el suficiente hidrógeno en la superficie, se produce un estallido de fusión nuclear, provocando que la enana blanca se ilumine considerablemente y expulse el resto del material. En unos días, el brillo se mantiene y el ciclo comienza de nuevo.
Las estrellas de la secuencia principal con masas superiores a las 8 solares, están destinadas a morir en una explosión titánica llamada supernova. Una supernova no es simplemente una nova más grande. En una nova, sólo explota la superficie de la estrella. En una supernova, el núcleo de la estrella se colapsa y entonces explota.
Si el núcleo estelar que colapsa en el centro de la estrella contiene entre 1.4 y 3 masas solares, el colapso continúa hasta que los electrones y protones se combinan formando neutrones, produciendo una estrella de neutrones.
Si el núcleo estelar colapsado es mayor que tres masas solares, colapsa completamente para formar un agujero negro: un objeto infinitamente denso cuya gravedad es tan fuerte que nada puede escapar de sus inmediatas proximidades, ni siquiera la luz.
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